La patudez está en todas las especies.

Estábamos en la pieza de don Hipólito Avalos, quien es cuidador del Santuario, mientras nos mostraba su colección de monedas extranjeras nos llamó mucho la atención que este pajarito entrara como si nada a la pieza, se mantuvo ahí un rato, luego bajó al piso, a la mesa, nuevamente a la puerta y en eso don Hipólito no dijo que le diéramos unos pedazos de queso porque le encantan, así que le tiramos uno, lo agarró en el aire y se fue volando no se a donde.
Simpático el pajarillo, un poco patudo no más, después no nos acordábamos de su nombre así que lo bautizamos Hipólito chico.

Don Hipólito, a demás de ser el cuidador del lugar, también se dedica al tallado de piedras, a las que les hace pequeños relieves con forma de aves, peces, pinguinos, lagartijas, etc. y las vende a precios bastante módicos. Así que si pasean por ahí, lleven unas lukitas extra para que vuelvan con una artesanía del lugar. Y por supuesto lleven una cámara fotográfica, que el paisaje es precioso.